Inteligencia humana y terrorismo yihadista
La inteligencia ha sido tradicionalmente
un elemento clave en la lucha antiterrorista. Pero en el caso del
terrorismo yihadista, y especialmente en el de los grupos que actúan en
Europa o en los Estados Unidos de América, su importancia es aun mayor,
ya que los yihadistas instrumentalizan la presencia de amplias
comunidades islámicas, en su mayoría de procedencia inmigrante, para
pasar desapercibidos y reclutar nuevos simpatizantes.
En dicho contexto, las actividades antiterroristas deben contar con una
inteligencia de calidad que les permita discernir con precisión entre
la ínfima minoría de radicales y la inmensa mayoría de pacíficos
creyentes. De lo contrario, unas actuaciones policiales indiscriminadas,
en razón de convicciones religiosas o de pertenencia a determinada
etnia, acabarían provocando una indignante sensación de acoso en el
musulmán de a pie y una imagen sospechosa de las comunidades islámicas
ante los ojos
del resto de la sociedad.
Las
actividades de inteligencia siguen un ciclo compuesto por una primera
fase de dirección o fijación de objetivos, una segunda de obtención de
información, una tercera de elaboración y análisis de la misma, y una
cuarta de difusión del producto resultante, es decir, de la
inteligencia. En la fase de obtención se utilizan diversos sistemas de
captación de información a través de imágenes (IMINT), trazado de
señales electrónicas (SIGINT), explotación de fuentes abiertas (OSINT),
fuentes humanas (HUMINT) etc.
En este análisis vamos a
detenernos brevemente en la HUMINT, la inteligencia humana, en materia
de lucha contra el terrorismo yihadista, y concretamente nos centraremos
sólo en un medio que consideramos de particular interés y que
denominaremos de la siguiente manera: infiltrados.
Una fuente especial de inteligencia humana son los infiltrados, agentes o
colaboradores de los servicios de información policiales o de los
servicios de inteligencia estratégica que logran penetrar en la
estructura interna de un grupo terrorista.
Para ello, deben simular que
comparten las convicciones radicales del resto del grupo y, con
frecuencia, pertenecer a una etnia de origen similar a la de los otros
integrantes. En la breve historia del yihadismo en España, la prensa ha
filtrado la existencia de este tipo de fuentes: tal fue el caso del
marroquí Abdelkader el Farssaoui (alias Cartagena).
El Farssaoui se hizo pasar por imán radical de un oratorio en Villaverde
(Madrid) y, de ese modo, se ganó la confianza y asistió a reuniones
privadas del grupo liderado por Serhane Ben Abdelmajid y Mustafa El
Maymouni, un grupo que meses más tarde formaría con otros subgrupos la
red terrorista de los atentados del 11 de marzo en Madrid.
Farssaoui alertó a la policía de la peligrosidad potencial del
grupo de Serhane. Pero, al trasladarse a la costa de Granada, y más
tarde a Almería, perdió el contacto cercano con los terroristas antes de
que éstos comenzaran a planificar los atentados, por lo que no consta
que conociera detalles concretos sobre la operación del 11-M.
Internet: <spanish-safe-democracy.org> (con modificaciones).
Juzgue lo ítem en relación al texto de encima.
La expresión "Para ello" es reemplazable por
Por esto sin alteración semántica del texto.